Wednesday, September 20, 2006

Fusca Thunder. "Capitulo 4 y 5"

Capitulo 4

Estaba en la calle, caminando sobre el asfalto hirviendo, de jeans, camisa y championes, sudaba mucho y la luz me molestaba mucho porque soy sensible a la luz. Caminaba rápidamente, en busca de mis compañeros de viaje, caminaba hacia el lugar del recital, esperaba ver el fusca en las inmediaciones del lugar, sino suponía que estarían en la playa nudista de Neri, deseaba más que nada que estuvieran ahí, en alguna parte; estaba asustado de quedar varado ahí en esta ciudad infecta. Llegue al lugar, escaleras vacías, llenas de botellas rotas y latas de cerveza tiradas; diviso un fusca a media cuada, corro hacia el, también era blanco, pero como la mayoría de fuscas en Brasil, además de ser el país del Beetle. Al acercarme no diviso la insignia del Cricket club en el parabrisas que tenía el auto de Neri, era otro de los tantos fuscas en Brasil.
Comienzo a caminar hacia no sabía donde, pregunto a un chico que pasaba donde quedaba la playa nudista, me dio las indicaciones y caminé hacia donde me dijo; pregunté por segunda vez por las dudas y me indican el lugar opuesto, ¿me verían cara de porteño?, pregunté por tercera vez para corroborar, esta vez especifiqué que era uruguayo como algo así-eu no soy de aca, soy uruguayo estoy buscandu la praia nudista- , y me indicó la vía que dijo el segundo sujeto y hacia ahí caminé.

Cuando estoy llegando a la playa diviso un fusca en la entrada a la playa, donde estacionan los autos en la playa; yo ya me había sacado la camisa y atado a la cintura, veo el parabrisas y si! Tenía el pegotín del Cricket club!, ese era el auto, me puse muy contento y casi corro por la alegría.
Caminando por la playa los veo, Neri, el monedas, Seba, Verónica, todos en pelotas, sin ropa, en cuero, cuando estoy llegando todos me reciben con una sonrisa, - ¿Dónde estabas mutante?!- Me dice Sebastián entre grito y risa, les explico todo lo sucedido mientras me saco toda la ropa, porque no aguantaba más el calor. Estar en pelotas en una playa es una sensación muy reconfortante, muy plácido, te sientes muy libre de cosas y el clima ayuda, corrí hacia el agua y me di un baño increíble, como nunca, sintiendo el agua por todas mis partes, y entre todas mis partes.

Comenzaba a hacerse tarde, estábamos cansados, ellos habían dormido en el auto incómodos, yo me sentía sucio pues no me había dado un baño en todo el viaje. Decidimos buscar un hotel para pasar la noche y luego comer algo, no habíamos comido en todo el día y lo merecíamos.
Encontramos un hotel en la rambla de la playa siguiente por 20 reales la noche y un desayuno, no sabia si estaba bien o no pero no nos importó a ninguno de nosotros. Pagamos por adelantado y preguntamos por un espeto corrido, nos dijo donde, fuimos y nos partimos la boca. Volvimos al hotel, nos bañamos, y salimos a tomar algo.

Eran como la medianoche, la noche hervía o no se si hervíamos nosotros, fuimos a parar a un pub, donde había alguien que tocaba música local, muy ambiental. Pedimos unas cervezas y contemplamos el show charlando, bebiendo y fumando cigarrillos Free. Cuando estábamos un poco más alegres por la bebida fuimos a hablar con el dueño diciéndoles que éramos uruguayos y músicos, que estábamos de gira por aquí y queríamos tocar unos temas. El tipo accedió y eso nos sorprendió. Cuando dejó de tocar el loco de la guitarra y la chica que cantaba, el tipo “dueño” nos hizo una seña como que estaba todo en orden; nos dirigimos al pequeño escenario, tomé la guitarra, Neri el micrófono y tocamos una balada de los Ramones, Bye Bye Baby. Fue una buena versión apasionada, pero no le gustó mucho al dueño y nos hecho del lugar, bueno es que el contraste entre la música típica Brasilera y los Ramones era mucho; nos fuimos entre carcajadas, riéndonos tan fuerte como podíamos, a la salida nos sacamos una foto en la puerta con el nombre de lugar, unos platos que servían y los nombres de los tipos que tocaban, todo esto escrito apretado en una pequeña pizarrilla en tiza.

La noche deambuló entre unas cervezas más y charlas con extraños. Esta sería nuestra última noche en este país mágico, porque todos teníamos nuestros deberes en Montevideo, y debíamos volver, algunos teníamos que estudiar, otros que trabajar, todos sin ser Sebastián que era argentino y estaba de vacaciones en Uruguay. Era nuestra última noche y queríamos explotarla, sacarle todo el jugo que se pudiera, aunque estuviéramos cansados. Nos dirigimos a la playa, nos tumbamos en la arena mirando las estrellas y charlamos mucho rato, sobre nosotros mismos, la magnanimidad del cosmos y nuestras pequeñas vidas en la tierra. Sobre las constelaciones y sus varias formas como de gente en varias posiciones aeróbicas. Esto me llenaba, me sacudía como plomo, por lo menos era lo que quería, sacudirme!, llevarme algo para analizar en casa, algo profundo, algo espeso, algo que pudiera alimentar mi espíritu hambriento de saberes, pues me sentía vacío, sentía que me habían mentido toda mi vida y tuviera algo que llenar, pues me habían vendido una cáscara seca y debía llenarla.























Capitulo 5


Despertamos en el hotel, yo dormí en la habitación con verónica, tomamos el desayuno, era un desayuno enorme, que había desde jugo de naranja, a café, tostadas, frutas tropicales, licuados, cereales, yogurt, etc. Tomamos eso y fuimos rumbo a Montevideo, paramos en una estación de servicio, llenamos el tanque y compramos provisiones para el viaje que se haría largo.

Teníamos como sentimientos encontrados, por un lado estábamos felices por haber tenido un gran fin de semana y por otro tristes de terminarlo, de acabar con la alegría brasilera y volver a nuestros quehaceres rutinarios citadinos, de llegar a lo mismo de siempre, de lo que, habíamos huido; pero había que volver.

Yo a pesar de eso me sentía bien, sabía que volvería más liviano de lo que me había ido, refrescado se puede decir, este viaje había surtido el efecto en mi que había buscado; volvería a encarar esa rutina tediosa de otra forma, más tranquilo, más entero en lo que es mi mismo. Feliz se podría decir, satisfecho.
Neri no estaba mal, pero después de unas horas de viaje ininterrumpido se sentía un poco cansado, además creo que la vuelta a Montevideo le afectaba bastante, es un poco de esos que se deprime un poco al volver al tedio después de un viaje, pero se lo veía contento a pesar del cansancio y decía alguna que otra incoherencia como siempre; el monedas estaba entero, se reía, hacía chistes y me hacía reír; Verónica creo que fue el primer momento que no hablaba en todo el viaje, no se la veía mal, pero parecía como reflexiva, quizás analizando el material del viaje, lo vivido en este tipo de situaciones te lleva mucho tiempo digerirlo a veces; Seba se encontraba igual que siempre, inmutable, reflexivo, repitiendo los mejores momentos del viaje, recordando anécdotas, lo veía exactamente igual que a la ida.


Corríamos, el auto funcionaba de maravillas, y no podíamos creer que hubiese aguantado el fusquita ese trajín que llevábamos sin parar, era un auto fiel, yo le había tomado mucho cariño, incluso cuando ando hoy en el siento que ha sido un buen compañero de viaje. Íbamos a unos 120 Kilómetros por hora, pegados a la raya, el viento entraba como bólido, y había que gritar para hablar, y la música, por momentos se hacía inaudible. Cuando de repente, pafff! Se nubló la vista sobre el parabrisas, porque se había abierto el capo del auto por delante y un sobre de dormir había tapado nuestra visión totalmente, de lado a lado del capo, viendo solo: sobre, capo, sobre. Pánico! La ruta seguía corriendo a 120 Kilómetros por hora, todos gritábamos como condenados, Neri volanteaba como podía, nada se veía, solo el sobre, comenzamos a aminorar la marcha y a ir hacia la banquina. Salimos del auto, guardamos el sobre de dormir, cerramos bien el capo esta vez y seguimos. Siguiendo en la ruta reíamos por lo acontecido, la adrenalina nos había excitado y gritábamos ya, nos podríamos haber matado, jaja.

Habían pasado horas de ruta, ya estábamos muy tranquilos, callados, reflexionando con la mirada perdida en las líneas, sobre todo lo acontecido, sonaba Bob Dylan, que era el ambiente exacto de lo que estaba pasando en el auto. Ya estábamos cruzando la frontera, era de noche, bastante de noche, volvíamos eso era seguro, nadie lo quería, quizás hubiese estado bueno quedarse un par de días más, si hubiese sido por mi lo hubiese hecho, pero nada era tan fácil. Lo único que sabía es que me movía, como lo hicimos a la ida; y en ese preciso momento, para mi era casi lo mismo, ir o volver, ¿cual era la diferencia?, sino más que moverse, pegado a la línea, como en tantos otros buenos momentos de crepúsculos huidizos, de buenos amigos y de perseguir el horizonte errantemente.

6 comments:

Barbara Muñoz said...

en Brazil? mish y en una playa nudista mas encima,lo pasaste bien por lo visto entonces.ummmm yo no se si podria mostrame jaja me daria verguenza.
jaja me despido
cuidate garotiño,y cuidadiño con las garotiñas

www.somosalma.com said...

Que buen titulo y que divertido texto, me dan ganas de que ya llegue el verano.
Ahora si subi algo....
Aguante el trio ternura loco!!!!

Delirante said...

Escribite un libro :p

jejejeje

Saludos :)!

gisselle said...

muy entretenida la historia! es verdad de que dan ganas de agarrar un auto, amigos y pasear, sin horarios ni rutinas. yo quierooo!

tan versátil como acústica said...

recomiendo punta colorada como destino. los pasajes por punta negra, punta fría y san francisco.

va para los no uruguayos: a no quedarse con pta del este, que es la puntita del iceberg.

vinilica vegana said...

igual siempre se vuelve... siempre, siempre...