Tuesday, November 07, 2006

Elena verano.

Elena ya había dado sus exámenes correspondientes y hace una semana que estaba en un balneario; era verano, pleno enero, con el sol más caliente que nunca, más cenital que nunca. Elena se encontraba ya con un tostado caribeño, sus rizos se habían teñido de un brillo color oro por la decoloración veraniega.

Estaban alquilando un rancho entre ella y tres amigas más: Ariela que era la más grande, Robusta “ex jugadora de Handball”, robusta como su carácter se podría decir; Celina, la de menor edad, hermana menor de Ariela y de cierta forma la más parecida a Elena y con la que tenía más feeling, pero con una diferencia intelectual por la abundante diferencia de edades; o sea tenía futuro la pendeja, pero aún le faltaba un punto y por último Marcela que era hija de terratenientes, estudiante de agronomía; en fin era muy normal y no tenían punto en común entre ambas, sus personalidades chocaban asiduamente. Su única conexión verdadera era que se conocían de niñas, pero Elena necesitaba otro tipo de gente que intensifique lo que ella estaba descubriendo en si misma; quería ahondar en eso y sus viejas amigas eran un globo que retenía su descenso a lo desconocido de su ser y de otro modo un peso que retenía su vuelo, cuando ni siquiera comenzaba a desplegar alas.

Elena se encontraba en una de esas tantas mañanas en la playa, los últimos días estaba yendo sola, disfrutaba de la soledad en la playa, lagartear al sol, por horas; tranquilizar su mente y divagarla un poco, de un tema a otro. El suave sonido del mar, el sol abrazante, el viento marino, unos buenos lentes de sol y la arena de esta playa que era especialmente amarillenta, tirando a caqui, gruesa, de esa que identificas un grano del otro.
Este era un verano especial para ella, venía viendo la vida de esa manera especial, manera dilatada de su degustación del mundo, de esa misma excitación dilatada. Este verano la luz brillaba especialmente intensa, los colores se volvían a una vida propia, a una intensidad que ellos mismos tomaban y que ellos mismos se llevaban a su cúspide, a ser ellos mismos intensamente, como, ella, quería o se estaba dirigiendo. Todo emanaba, todo latía, todo estaba tan lleno, todo tan nivelado, ecuánime, armonizado; pero armonizado caóticamente, sinsentido y con gracia, con ese tipo de explosión armoniosa constante.
Era así, el río iba para ahí y ella con el, no había medios, no había confusiones, ella estaba con la corriente y la llevaba gozada!

Entonces como que se encontraba bien ella en si misma y no necesitaba de alguien; con sus amigas estaba todo bien pero no se las fumaba demasiado en si ( a excepción de Celina), pero prefería estar sola en la playa por ejemplo. Y los chicos con los que había estado ya no le interesaban, o prefería pensar eso.

Llegaba la noche, las chicas fumaban un porrito mientras se cocinaba la carne en la parrilla, el olor a carne asada emanaba de la parrilla como un humo y la chimenea escupía chispas amarillas , naranjas y rojizas, que se confundían con estrellas bailantes cuando volaban de aquí para allá; tomaban una caipirinha hecha por Marcela, tiradas en sillas de playa riendo, la noche era cálida, suculenta, Elena también reía con sus amigas, hablaban cosas de la infancia, recuerdos graciosos, etc. No es que no pudiera divertirse con ellas, sino que cierto ámbito de su vida no podía compartirlo con ellas. Con Celina había algo raro, cada vez se llevaba mejor y cada vez se parecía más a ella, Celina la tomaba como referencia a Elena, además de querer llevarle la contra a su hermana; solo tenía unos 14 años recién cumplidos pero era todo un personaje por explotar Celina. Extrovertida, alegre, bailarina, saltimbanqui, engatusadora, compradora, bonita e inteligente; cuantos adjetivos! Pero todos reales, todo justificado por una manera suelta de llevar su vida a cabo.

Comen, habiendo degustado tanta carne, se preparan para salir y salen.

Van caminando por una calle oscura, hacía la zona de los boliches, solo iluminada la carretera por la luz azulada de la luna, caminando por un camino-carretera de tierra rodeada de pinos, eucaliptos y todo tipo de maleza con sonidos de grillos, luciérnagas bamboleantes al costado del camino. Cada tanto un auto pasa y las encandila fuertemente, cuando el auto apenas pasa la línea donde ellas se encuentran todo vuelve a la normalidad oscura, de golpe! Y las retinas se acostumbran lentamente a la situación oscura; cuando se dieron cuenta estaban llegando.

Elena!- gritan, elena mira y ve a unas amigas de facultad, se va con ellas y sus amigas siguen su curso, ya conocían a Elena y sabían que revoloteaba por ahí, como que avadando tumbos y nunca sabía a donde se dirigía. Sus nuevas amigas bailaban en un lugarejo, no feo pero no lindo, pero se sintió cómoda y bailó por mucho rato ahí, como perdida en la música. Cuando alguien la toma del hombro, mientras se incorpora de su cuelgue bailarín mira como de reojo y era Franco! Aquel chico que tanto le gustaba y nunca la llamó. Que haces!- le dice Franco con una sonrisa, -acá bailo- dice Elena, - nunca me llamaste malo-, y el dice- es que no es que no pensara en vos, sino que no me daba la cara para llamarte-. Sonaba como a excusa, pero prefirió creerle y se quedaron hablando por horas. Terminaron hablando en la playa solos, cuando empezaron hablando cada vez más cerca, sus ojos se entrecruzaron otra vez y ahí se clavaron por un rato, sus ojos brillaban como las estrellas detrás de ellos, el ssshhhhhh del viento, acompañados por un baile sensual de sus cabellos al viento, de sus solapas planeantes, se besaron, se besaron, se besaron, lo digo así pues fue mucho rato de un solo beso apasionado. Ssshhhhh! Parece que les decía el viento, acalla, pero sientelo!..... Ssssshh! Como el sonido de dientes sensibilizados por un helado muy frío, como esa sensación eléctrica que corre por la médula en ciertos momentos. La electricidad de estar vivos.

Al rato tiradillos en la arena ya amanecía, hablaban abrazados, la luz comenzaba a hacer sus primeras apariciones. Y el le dice- Yo mañana me voy a dedo solo a Punta del diablo, venite conmigo! Porfa! Me encantaría-. Ella lo pensó un poco y se decía a si misma “que puede salir mal” todo estaba dándose como ella quería, estaba en el mejor momento de su vida, las cosas arremolinaban todo, ella flotaba y ya no le importaba que le dijeran, cualquier cosa fea que pudieran decirle podía dolerla solo un rato, hasta que se diera cuenta de que ella realmente era, entonces nada podía derribarla, lo que estaba descubriendo era enorme y nada ni nadie podía destruirlo, ni franco, ni cualquiera de los mediocres envidiosos que formaban parte de su cultura. Además Franco le gustaba, la aventura le gustaba; había buenos ingredientes como para hacerlo, entonces accede a ir con el.
Cada uno va a buscar sus cosas, ella va a su rancho, le avisa a sus amigas lo sucedido y que se va, reacciones ambiguas de ellas; no le importa, toma lo suyo y va al lugar donde habían quedado encontrarse; llega. El no esta. Espera diez minutos, le empieza a dar un poco de miedo que no llegue pero en eso llega. Los dos se dirigen a la ruta, Elena se excitaba por lo que podría pasar, o por lo que seguro pasaría, pero eso es otra historia, una historia en la ruta del sol.
M.h.R