Wednesday, December 20, 2006

Silvia, 36 años, rubia y soltera.

Era una noche de verano, me encontraba solo en mi casa, una noche de verano tropical, de esas húmedas de densa lluvia, gruesa y caliente, tormentosa y violenta.
Leía algo, un libro grueso con olor a páginas viejas que no recuerdo. Cae un mensaje de texto a mi celular que suena fuertemente y me asusta, claro! Era puro silencio y concentración en el libro; y el mensaje comenzaba con: “macho”, y decía un par de guarangadas onda, “te quiero coger, tengo la concha llena, tengo 36 años, soy linda”..Eso decía más o menos, jajajaja, comienzo a reír descontroladamente; el libro calló al piso y perdí la marca de la página. -Que mensaje extraño-pensé, todo esto con un número desconocido con palabras de hombre, fahh, empecé a pensar que me estaban jodiendo; seguro! Esto era algún amigo, o alguien queriendo hacerme entrar. Comencé con una paranoia en un momento, ¿quien es? ¿me conoce? ¿de donde sacó mi número? Ya había olvidado la lectura, mi cabeza rondaba en eso y me pareció divertido seguirle el juego fuera quien fuera. Entonces le contesté el mensaje de texto y decía una cosa así: ja esta bien, ¿quien sos?, ¿me conoces? ¿ de donde sacaste mi número? Entonces esperé la respuesta.

Entre que busco algo de comer llega el sms, voy comiendo al cuarto donde tenía el celular y leo: “hola macho” (siempre empezaban así), “No me conoces tengo 36 años soy linda rubia no tengo novio busco un hombre. que edad tenés? No tengo cómputos mañana te escribo beso Silvia”. Y yo contesto: Tengo 25, mañana cumplo 26. Paso el rato mientras proseguía mi lectura, entre párrafo y párrafo pensaba que no importaba si escribía o no, ya había sido divertido de todas formas, hasta podría servir para una historia. En eso, me dormí.
Despierto, un día hermosamente soleado, hago mi paro de mano matinal y luego veo un mensaje de texto que había llegado mientras dormía. “Feliz cumpleaños!” No se que… no se que, “que pases lindo”. Bueno, le mando: gracias, haceme un regalo, je.. La tarde derivó en unos trabajos que tenía que hacer. A las horas suena nuevamente, sms, Leo: “Quiero coger con vos macho quiero hacerte cosquillas con la nariz en las bolas estoy buscando mi príncipe azul que venga con la llave y me abre el calzón de lata.” y algo más que no ricordo. Quedé estupefacto, jajajajajaja- comencé a escupir de repente. Todo esto era muy divertido, si fuera en broma o no tampoco importaba, era una situación muy bizarra como para descartarla y dejarla fuera de la colección de anécdotas; las anécdotas son almacenábles, siempre hay un momento para contar alguna, o para dejar algo, siempre a alguien le pueden servir, las aventuras enriquecen y saben aflorar cuando uno las necesita.
En un rato, era la media tarde, cansado de estar trabajando frente al monitor me voy a fumar un cigarrillo a la ventana, fumando decido llamar a este individuo que se hacía pasar por una tal Silvia, de 36 años, cabello rubio, solterona y cachonda. La llamo, quería sacarme la duda, ¿y si atendía un hombre?, jaja, o si realmente era Silvia, era todo muy bizarro. Suena libre el telefono, suena unas 5 veces, corto y llamo devuelta, suena dos veces y me atiende alguien pero no habla nadie, como unos ruidos de oficina en el fondo y en tanto corta. Quedo pensando, y me digo- claro, seguro que era joda; clinclinclin! Suena el celular, obviamente un mensaje del “supuesto” Silvia. Leo: “Disculpa que no te atienda, es que soy sorda y no pude atenderte”. Ja! La peor excusa, ¿o sería verdad? No importaba mucho, la historia estaba tomando otro color y me gustaba. Fah ¿y si realmente era sorda? Que bizarro se ponía todo. Ya la veterana o quien fuera era sorda y esto se estaba poniendo divertido, bastante divertido. No me acuerdo que le conteste pero luego contestó Silvia, rubia de 36 años, linda, sorda, y candente: “mira yo tuve un novio músico director de un coro”, (se ve le dije que era músico) “sos un divino me encantan tus mensajes mua mua mmmuuuaa”. Éramos dos personas jugando un juego extraño, sumamente entretenido, que, hacía aflorar la imaginación de uno (yo) y del otro seguramente. Te hacía entrar en un personaje. La emoción de estarjugando con un desconocido algo sumamente dudoso y emocionante.



Los días pasaron, yo no escribí y ella tampoco, tampoco importaba demasiado, lo que había pasado ya había sido divertido y ya me estaba imaginando el resto de la historia. Pasó onda alrededor de una semana y un día en una tarde realmente soleada de esas que encandilan y uno tiende a cerrar los ojos como Clint Eastwood; en eso tiriti, tiriti, tiriti, miro el celular, mensaje de texto: “Vamos a vernos quiero conocerte silvia”. Wow, ¿Qué hago? Tenía la oportunidad de sacarme la duda y no podía desaprovecharla, ¿o podía? Me daba curiosidad por un lado y por el otro tenía la leve sospecha de que quedaríamos en vernos, nunca llegaría nadie y quedaría esperando como un boludo; Entonces le contesté: Bueno si dale. donde nos vemos? Valía la pena pasar por ese riesgo con tal de que me sacara la duda que había acarreado todos estos días, seguro que si. Sms: “20 hs en el bar green park frente al obelisco beso silvia”. Bueno las fichas estaban tiradas y no había marcha atrás. Iría a ese lugar y conocería a la mujer o develaría la broma pesada y me sentiría un poco tonto, pero valía la pena si las cosas no pasaban, la anécdota ya estaba marcada y tenía algo para contar. Y si no iba me quedaría con la duda por siempre.

Llegué al Green Park a las ocho menos cinco, soy puntual y además vivo cerca. Me senté, pedí una cerveza en una mesa de afuera, observando la gente que pasaba y cada veterana rubia o teñida yo pensaba “es esta”, cada tanto tomaba un sorbo de la fría y deliciosa cerveza fumando un cigarrito. Pasó el rato, ya había tomado ¾ de cerveza y calculaba media hora, ya estaba un poco como alegrín; miraba toda veterana como de 36 que pasara y ya ni rubias tenían que ser, me quería ir porque estaba aburrido y odio esperar, entonces prendí otro cigarrillo y tomé otro trago, otra pitada, otrto trago, así mataba el tiempo de la tortura d la espera. Cuando siento una mano femenina sobre el hombro, miro, rubia onda 32 años, bonita, realmente bonita, vestida como de secretaria; y dice-Mauro? Con una voz rara como de sordo. Si le digo, también con la cabeza. Me da un beso en la mejilla entonces; le señalo la cerveza y el hago un gesto como de mhh, ¿querés? “no sabía como comunicarme, aunque hablara nunca había hablado con un sordo o mudo y la gente tiende a pensar que el mudo es sordo y el sordo es mudo”. Me hace entender que si, pido una cerveza más y otro vaso. Hablamos un rato, nos manejamos entre que ella hablaba muy bien y más o menos leía los labios, y alguna seña que otra ayudaba. Hablamos de nosotros, que éramos, cosas que nos pasaron, derivo en un par de horas hablando y tomando cerveza; a eso de las tres horas yo estaba borrachito y ella lo parecía también. Me caía bien por ahora Silvia, era una persona entretenida, abierta, pero con la madurez que le correspondía. Hasta que se me acercó, me dijo que era lindo y comenzó a besarme la oreja izquierda, en unos segundos subió a la mejilla y en eso nos estábamos besando. Nos besamos unos minutos, luego se me sentó en la falda y me señala el gesto de conducir un auto y me dice ¿querés ir a casa? Le digo que si, también con la cabeza. Caminamos unas cuadras hasta donde se encontraba el auto y marchamos a su casa. En el camino pone la radio y pasaban Midnight Special por los Creedence. Ella tenía la mano derecha en la palanca de cambios y en eso la pasa a mi pelvis, abre los botones de mis jeans azul oscuro y me mete la mano dentro del calzón. “It’s the midnight special…shinny lights on me..” Las luces corrían en la calle, un viento rápido y cálido entraba por la ventana, las estrellas estaban sobre la calle y la luna nos seguía a donde fuéramos, era un buen augurio de una noche hermosa y candente.

Llegamos a su casa, era una casa típica montevideana, con puerta a la vereda y sin jardín, solo la fachada. Ya había soltado mi pene hace un rato. Entramos, la casa era ciertamente lujosa, prolija y pulcra. Me dice que va al baño y que me sirva lo que quiera (señalando el barcito que tenía). Serví dos whiskys con hielo y me senté en el sillón, Encendí un cigarrillo y me relajé en el cómodo sillón de terciopelo rojo. A los minutos la escucho venir por atrás, me toma los hombros y comienza a masajearme, tenía tacto para los masajes. Toma mi oreja con la boca, la besa suavemente, la besa salvajemente, la come, si pudiera masticarla como un chicle lo haría; comienza a comerme el cuello y de ahí a todo el torso, me estaba devorando. Sentí como si algo me estuviera tragando para luego digerirme, me sentí como la carne de descuento de Supermercados Disco, era una criatura hambrienta, sedienta de emociones y aventuras, sus debilidades como ser sorda en realidad eran su fuerte, tenía algo raro, especial, emocional, sumamente de otro lugar, no parecía un animal de por aquí, era un bicho de proporciones bíblicas en su manera de sentir bíblicamente, hasta forma de devorarme, me imaginaba una especie de demonio devorador medieval, de cabellos rubios y escultural cuerpo de doncella. Fui hasta el baño, me mojé la cara, oriné, me limpié, volví y ahora yo debía comerla, quería masticar y fue lo que hice.
Cuando la repasaba suavemente con mi boca por todo su cuerpo se estremecía y emitía los ruidos de goce más extraños que oí en mi vida, era como un animal esa mujer, un animal supersensible, sensibilizada por la falta de un sentido (el oído) que había logrado de cierta forma un más extenso mundo interior, algunas cosas se pierden y otras se ganan, sobre todo en extender otros medios sensitivos. Ella me tiró en la cama y prácticamente me cogió, ella a mi, la chica era una energía guardada mucho tiempo, contenida, como un globo muy inflado, duro y parecía estar explotando frente a mi cara, era todo pasión exorbitante y era saltarín como un oso Gummie en pleno pegue de jugo de gomibaya. ¿Porque le gustarían los músicos? ¿Por la capacidad de crear algo que ella nunca sentiría? Seguro se imaginaba la música como un mundo mágico, único, enorme y al que no podía acceder. Yo le expliqué que podía llegar a sentir las emociones, las notas, las frecuencias y energías electromagnéticas del rock and roll sin escuchar, sino que lo podías sentir con todo el cuerpo hasta envolverte de ese éter de electromagnetismo-y frecuencias sonoras. Por el volumen inflingido y la electricidad. Lasd notas te golpean y te mueve, el bombo puede llegar a ser como tu segundo latido.

Luego tomé yo las riendas por un rato y la movía como un muñeco de aquí para allá, tampoco había visto a alguien tener tantos orgasmos de esa manera, tan intensos y en multitudes. Se estremecía en movimientos esporádicos y se le retorcía todo el cuerpo, envuelto en ese lamento totalmente gozado, eso cada unos minutos, era realmente increíble; parecía que rea la primera vez que sentía algo así pero era solo mi percepción pues no podía saberlo. Eso me confirmó su Supersensibilidad, era un animal de otro mundo; emanaba unos sonidos como de lobo aullante, como algún animal no reconocido en celo ( tampoco ella escuchaba sus sonidos y eso los hacía muy raro). Era un lamento y un goce al mismo tiempo; como en trance Tantra, la mujer estaba en otro lado, en un lado que yo he estado pero no de esa manera, yo lo había visitado el lugar, ella era de ese lugar y se había metido hasta sus raíces. Terminamos tirados en la cama, sudados, relajados, fumando un cigarrillo. Nadie hablaba, solo era degustar lo recién vivido, en un momento nos dormimos abrazados. Despierto, estoy envuelto en sus brazos, desperté porque su despertador sonaba para que se fuera a trabajar, me dejó en casa y se fue a laborar. Quedé pensando en casa, tenía el presentimiento de que no la vería más y hasta el momento se va cumpliendo; no porque tuviera o no ganas de verla, eso no me lo cuestionaba sino que era lo que se olía en el aire. Lo que se siente cuando uno está sensible a el entorno como a mi me pasa ahora en este momento, de esa sensibilización copiosa que Silvia había dejado en mi, o más bien, por lo menos resucitado.

Thursday, December 14, 2006

Marco, Martina y la carne.

Hubo una suerte de atracción funesta entre dos personas, de una vehemencia tal que cambio el rumbo de estas dos personas. Marco y Martina.

Ellos se conocieron unos años atrás, no importa mucho los detalles como y cuando, solo me voy a lo vital de esta relación en lo que quiero contar; se conocieron mediante sus ex novios respectivos: el Marco era amigo del novio de ella, Martina, en ese momento. Marco y su amigo Fede se conocían de toda la vida y eran prácticamente iguales en el sentido de que eran de personalidades fuertes, extrovertidos, divertidos pues tenían el mismo humor y se reían de las mismas cosas, les gustaba la misma música y todo pero la diferencia es que Marco era un hombre imponente; su voz te hipnotizaba, su mirada daba miedo pues Marco era una tormenta por dentro desde como hablaba o se reía hasta cuando se callaba… era como el silencio después del trueno y a su vez como el reposo sereno de Buda. En cuanto a Martina era muy parecida a ellos dos porque Martina con Fede más que novios eran amigos se llevaban muy bien, en cuanto al humor la forma de ser, tatatarata, pero cuando Martina conoció a Marco se llevaron bien a la primera mirada, en un szasz! Ya estaban hablando y si….los dos pibes eran iguales. Por este lado este trío amiguístico y por otro la novia de Marco, Lucía que no le caía bien Fede y menos Martina que se llevaba tan bien con su novio. En fin lucia no entraba en ese circulo amigado, era radicalmente opuesta a todos y por sobre todo a Marco, que no sabía que hacía con el, y menos últimamente que Marco notaba todo eso más que nunca y un poco le estaba cansando. A veces salían solos los tres porque “ella se aburría”.

Al principio entre Marco y Martina solo había buena onda y ni se miraban y, lentamente, ella comenzó a embriagarse de Marco, el la sedujo al ritmo de un buen vino, macerando la seducción, la atracción entre ambos; solo falto que ella lo hiciera notar para que el comenzara en el juego, el juego de las miradas prohibidas. No era difícil tampoco sentirse atraído por ella, era una chica hermosa, inteligente y desenfrenada, carismática y poco guardada. No guardaba nada, lo que había que sacar lo sacaba.

Poco a poco lo fue carcomiendo la cuestión a Marco, desde que comenzó a mirarla solo fue cuestión de tiempo para que comenzara a enloquecerlo esta chica. Su novia era muy bonita también pero no le daba nada de eso que el quería, alguien que comprendiera sus cosas más profundas y poco a poco, poco a poco fue perdiendo interés en Lucía.

Llegó a un momento de locura irrefrenable Marco, más por su forma de ser; además por que su amigo era novio da la mina con que el estaba enloqueciendo; pero estaba fuera de si el, inquieto, tenía a Martina en su mente la mayor parte del día, susurraba su nombre “Martinaa..” y le sonaba como un dulce esa palabra y en su boca se hacía agua por la sed que el tenía de Martina. Pensando en ella y masturbándose mientras se bañaba, la visualizaba mientras tenía sexo con Lucía para poder acabar. Una obsesión total tenía Marco por ella, lo estaba arruinando a su yo afectivo y su yo quehacerístico. Pero no era una fijación de “amor loco” sino un algo carnal, algo que sus viseras le obligaban a hacer, a pensar y masturbarse, jaja suena así pero fue tal cual. Su carne lo estremecía de dolor, como un jonquie que necesita su Morfina.

Martina en su realidad lo que le pasaba era un dilema, ella quería mucho a Fede pero estaba sintiendo cosas por otro que no sentía hace mucho por alguien y eso la confundía demasiado; no quería dañar a nadie, entonces trató de no pensar más en Marco pero le fue imposible, mientras más se lo quería sacar más lo tenía en mente. Ese hombre la podía, esa intensidad de Marco, ese mirar, vivir, hablar, mover, le hacía imaginar que abrazarlo sería una sensación de otro mundo y que tener sexo con el sería algo sumamente intenso como el.





El tiempo fue pasando, ellos trataron de olvidar sus pasiones. No podían seguir así. Franco intentaba-tratando de seguir la felicidad ociosa con su novia; pero ya se sentía tan lejos de Lucia, su novia, que mucho no le incentivaba la relación, entonces en cada bache emocional con su novia llegaba a su mente Martina.
Por el otro lado Martina lo quería mucho a Fede, ella había vivido muchas cosas con el, muchos recuerdos lindos, etc; pero era más bien una lucha, una fuerza que tenía que aplicar para seguir con la relación. O sea no era de una forma natural que estaba con el como: “hago lo que hago porque estoy bien haciéndolo” sino algo un poco forzado. Marco se le venía a su mente como una mosca que siempre vuelve; era esa tortura incesante, y su cuerpo le pedía Marco a pesar de su lucha mental para contra restar eso.

Una noche Fede invita a su casa a la pareja de su amigo y su amigo ( Marco y lucia) una especie de cena de parejas. Marco se fue solo a la reunión porque Lucia no quería ir (le dolía la cabeza); cayó, estaba la parejita ahí tomando algo, el saluda a ambos.

En un rato estaban todos borrachos, ya habían degustado la carne medio ebrios. Reían entre los tres de recuerdos chotos. Te acordas! Jajaja, algo así y mientras todos reían comenzaban las miraditas entre Marco y Martina; ella abrazaba a su novio y lo miraba por sobre el hombro a Marco, mientras besaba a Fede incluso; era algo medio explicito ya, y a el lo retorcía de una perversión secreta que ella hiciera eso, era una mirada solo para ellos, como un pequeño secreto un poco morboso; que, todavía, más leña echaba al fuego pasional, a la locura oculta. Al ser humano lo prohibido le pierde, le hace quebrar la regla, que es una sensación afrodisíaca, más que cualquier otra, “Lo que no se puede”, el pasto más suave es el que dice “prohibido pisar el césped”. Las cercas se hicieron para saltarlas y las leyes para quebrarlas; el ser humano más profundo no tiene cercas y su jardín es el mundo entero.

A ellos la adrenalina de las miradillas los mantenía despiertos, mientras Fede se estaba mareando mucho y todo le daba vueltas. Y dice- voy al baño- y comienza a vomitar como una canilla abierta al máximo de su capacidad. Martina lo acompaña al baño, lo ayuda y lo mete en la cama porque el le pide. Entonces Marco queda reflexivo, tomando algo más, pone algo de música rock n’ roll y se pone a bailar solo, bueno prefiere eso a pensar. En eso cae Martina lo toma del brazo y se ponen a bailar. Bailaban alegremente, entre risitas, tipo twist; pero al ratito en continuación comienzan a bailar un poco más cerca, luego demasiado cerca, se comienzan a abrazar, ella le pone la boca en el cuello y le da besitos ahí mismo. Sus respectivas respiraciones aceleran, sus palpitaciones también, no hay nada ya que detenga la pasión desenfrenada. Cuando sus caras se cruzan sus labios se chocan como una piedra que es atraída a la tierra por la gravedad. Por una atracción inexplicables entre dos cuerpos celestes. De ahí a una noche carnal, de deseo de la carne, de saciar esa sed acumulada por meses de incubación, que, una vez desatada, no había forma de pararla hasta saciarla del todo definitivamente.
La noche terminó, pasó lo que tenía que pasar, Martina dormía y Marco decidió irse, no podía quedarse ahí.

Al otro día cada uno dejó sus respectivos novios así, de sopetón. Ninguno de los dos se llamó ni vio por un buen tiempo al otro, ambos necesitaban pensar solos lo que había pasado, limpiar su conciencia, no se, quizás ver que querían hacer de sus vidas. Por ahora sus vidas habían hecho un switch; no querían saber nada de parejas por el momento y dedicarse a ellos mismos. Eso era un gran cambio desde que hace tiempo que pensaban en otra persona. Pero el gusto por sus olores entre Marco y Martina no había sido olvidado, ni tampoco saciado y ambos lo sabían, lo que ambos habían sentido esa noche no lo habían sentido nunca con nada ni nadie, y eso, no se olvida de la noche a la mañana.