Thursday, May 04, 2006

Somos las flores.

Un río, corre, vive, palpita, mantiene el movimiento, como yo ahora, palpito.
Quiero agradecer, a la vida, a cada momento intenso de vida, a cada calle de mi cuidad que ha albergado cada caminata, cada momento de mi vida. Quiero agradecer a los acompañantes de mis viajes, a lo que de una manera u otra han participado de mi vida, de mis momentos vividos. Porque solo estoy agradecido, no tengo rencor, ni arrepentimientos, solo agradezco por sentirme tan vivo, por tener estos momentos intensos. Porque de una manera u otra es la manera de ver la vida de un modo intenso.
Tengo tantas cosas para decir que las palabras no alcanzan sino que no especifican lo intrínseco de lo sin forma ni cuerpo.
Gracias los que me han dado cariño, a los que aceptan la vida tal cual yo la veo, eterna.
Gracias a cada forma de vida que palpita como yo, a los hombres que vienen, a los grandes hombres muertos. Esos grandes hombres que yo tengo de amigos, esos que saben y que no saben nada.
Mi vida como arte, como un mosaico de hechos, que, según como los mezcles y compongas, como un recorta y pega, copiar y pegar, que es la variante de una vida creativa, la vida arte, eso, llegar a la perfección del arte para llevarlo a cabo en la vida, y no al revés.
Sí, los amo, amo tanto en este momento, porque estoy exaltado, la vida me exalta cuando estoy solo y veo la importancia de las verdaderas cosas.
Los amo a todos aunque no lo quieran, aunque no lo necesiten o lo crean insípido o hippies mis palabras, no me importa, yo lo siento y lo vivo, y eso me tiene sin piedad, por que igual los quiero.
Soy un animal en extinción, una especie exótica, soy la cola del pavo real, soy una flor que florece cada día, y los que no viven la vida alegremente, no son merecedores de ella misma. Porque deberían ser las flores de este Montevideo gris e inerte.

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