Monday, October 29, 2007

La noche de los aloes.


La noche era cálida y clara, veraniega y citadina, brillante y hermosa, debeladora por su condición de transparente, todos agitaban sus hormonas por ahí dando saltos y tumbos, una energía recorría el aire y después tu cuerpo; ellos dos se iban a encontrar, no sabían porque, cual era el fin de tal encuentro cósmico entre dos, pero, ciertamente, el encuentro era inminente. El, Marcelo, era curioso y joven, joven en todos los aspectos de una persona; inquieto, inteligente y atrevido. Ella, Lorena, era joven, joven en muchos aspectos y niña en otros, no niña en el mal sentido, más bien niña en cuanto una inocencia difícil de encontrar, emotiva, sensible, artista, impulsiva.
Ellos dos se conocían hace mucho, no diría amistad, pero se habían visto muchas veces y hablado un par, aunque había buena onda desde siempre; los dos estaban un poco locos, locos por la vida, por sentir, por sacar un poco de gusto más al jugo de la vida, luego...espacio...años sin verse y distanciados, poco a poco y en los últimos meses comenzaron a verse sin querer, a hablar y reírse por medio de un amigo de Marcelo que nada tenía que ver, pero fue el nexo mediante el cual se reencontraron y hablaron en un par de oportunidades más que nunca antes. Comenzó a haber una pequeña amistad en esos encuentros casuales de bebidas y ella comenzó a verlo de otra forma, más interesante que antes, más bonito; quizás porque ya no usaba lentes, pero eso no importa. Entonces intercambiaron mails y toda la información correspondiente de una nueva amistad, celular y teléfono fijo.
Un día chateando los dos acertaron en que tenían unos amigos chilenos en común que estarían por venir, Marcelo piensa que estaban viniendo y le dice como para hacer algo esa noche para ver a los chicos chilenos, Lorena asiente por el encuentro porque estaba aburrida y pensaba que en el encuentro estarían unos amigos de Marcelo que ella no veía hace tiempo.
Llega la hora del encuentro, en el lugar del tal encuentro, Marcelo llega y no hay nadie, espera unos quince minutos y nada, “es impuntual”-piensa, entonces le manda un sms diciendo-están viniendo?-, pensando que vería llegar a Lorena con dos chilenos. En eso llega Lorena sola, viniendo hacia el frente al McDonalds frente al Shopping Montevideo, un poco sorprendido, -que es esto?, piensa. Ella se le acerca y le da un beso en la mejilla, -y tus amigos?- dice Lorena, -que amigos?- dice el, jajaja!-ríen juntos por el malentendido y se explican, Lore pensaba ver a tales amigos de Marce y el esperaba ver dos chilenos perdidos, no hay chilenos ni amigos, solo ellos. Un poco de silencio, los dos piensan que hago acá, en eso Marcelo le dice para tomar una Birra, ella accede, pues ya estaban ahí, que iban a hacer?. Compran la Birra y se van a la rambla a tomarla, bajo las estrellas. Conversan, ríen, mientras el alcohol hace su trabajo. Se termina una y van por otra, la cosa va bien parece. Llegan a su lugar, sobre la rambla, tomando sus Birras y fumándose un porrito en esta ocasión, tirados sobre el pasto, disfrutando de la vida, la playa y la suave brisa que corría por sus cuerpos descubiertos, que más bien con poca ropa. La brisa iba atenuando el calor que los cuerpos destilaban junto al alcohol. Los cigarros corrían, las Birras también, las risas se exaltaban como burbujas de cerveza, los dos acostados, cada vez más cerca, ella aguantaba hacia arriba, esperando un beso, el esperaba darlo, daba hacerlo en el momento, solo, los dos lo esperaban. Cuando se dio lo un poco obvio, el se abalanza sobre ella, sus labios se rozan, luego sus lenguas, las lenguas se mueven y se enloquecen, abrazándose, haciéndose un cuerpo endérmico. Las caricias no se hacen esperar, y testan sus cuerpos, sus curvas y movimientos sísmicos intra musculares. La excitación se exalta, se comienzan a tensar los músculos, y las manos bajan; ella toma su pene duro muy fuerte, desde la base, como un gran garrote de carne palpitante. El enloquece y la sangre toma su ojo por la sangre comprimida como una roca, tras tal apretón felino sobre su obelisco magnánimo; ya no pueden más y deciden ir por más cerveza. En el camino se abrazan y saben que también deben comprar condones, preservativos, camisas de fuerza. Compran y vuelven camino a la playa. Sabiendo a lo que van, con cerveza, certeza y condones en manos, los dos lo saben y a eso van, a buscar un lugar que les otorgue ese pequeño nido para hacerlo tranquilos, terminar de subir la escalera que acababan de subir y el escalón quemaba, hervía por una sed de carne caliente veraniega.
No había una casa, o cuarto que los recibiera y acoja para saciar su ímpetu sexual desenfrenado. Caminando el divisa unos grandes matorrales de aloe frente al mar, y el dice-ahí mismo linda-. Se acercan a los aloes, lo pasan y se meten entre dos matorrales gigantes de aloes, los más grandes que hayan visto. Uno a la izquierda y otro a la derecha, en frente el mar, en el techo las estrellas brillando en todo su estupor, a toda popa, brillen muchachas dicen todas. Los aloes eran como dos promontorios gigantes de tunas hidratadas, brillando por la luz de la luna, sabiendo que algo ocultaban y recordaban todo lo ocultado en ese lugar; así los abrazaban, uno a cada lado, como un brazo de cada lado, que, de tanto en tanto los acariciaba, los hacía amigos de ese pequeña porción de tierra, los acompañaba a hacerlos sentir en su casa, como para que, ambos soltaran su espíritu rojo.
Ya tirados en el pasto beben unos tragos- se besan suavemente, uno o dos tragos- comienzan a tocarse, tres tragos-a mojarse, a saber que lo que pasaría iba a estar bueno, no había dudas. La ropa sobraba y comenzaron a sacársela mutuamente pues hacía una barrera entre ellos, una pequeña barrera pero que detenía que sus suaves texturas se cruzaran, se rocen...deslicen. Tirados en el pasto cada vez con menos ropa, cada vez con más calor, sintiendo sus pieles. En un momento estaban los dos desnudos, sobre el pasto, muy cerca uno del otro y comenzaron a hacer el amor muy suave, lento y susurrante, despacio y circular, miau, luego circular y un poco más fuerte, grrrr, en un momento salvaje y animal, fuerte y directo, sin mediar, hasta el fondo, denles todo! Booom..........Se quedaron mirando el cielo con estrellas, con un sabor rico en la boca, como saboreando y observando las constelaciones, los tejidos, que a veces son como la vida, uno las puede tejer y unir los puntos, y leer lo que uno quiera de cada chal. Charlaron sobre sus vidas en presente y pasado, lo que eran y son, sus gustos, así, ella se fue a dormir a la casa de el porque el se lo pidió y ella tenía ganas claro. Durmieron muy abrazados, sintiendo cariño, aunque fuera por una noche, se iniciaba una pequeña demostración, de cariño, de amor que afloraría en un futuro, no tan lejano.

8 comments:

Anonymous said...

Es lo bueno del verano.

Anonymous said...

=D
saludos!
me paso despues a leerloo
=D
pero por lo que veo esta bastante interesante!

Almendra said...

hay un mal sentido para niño?

me gusto lo del chal..

reina imposible said...

leer lo quiera uno de cada chal, de cada tejido.
te sigo
reina imposible

Almendra said...

la dieferencia está entre los términos niño y pendejo.
no?

Lola said...

Mauro, no sabía que escribías. Me encantó. otra matiz más de tu "yo artista" no dejas de sorprender.

nos vemos en bj mañana.
beso
lola

maurusricco said...

amande: (lo de niño lo expuse en tu blog) y si lo de los terminos niño-pendejo se entiende..pero significan la misma condición..si con una carga negativa o positiva.

Lola: yo tampoco sabía que tenías un blog..te visitaré, jaja, mañana en bj claro!

maurusricco said...

cuerpo de mono-cabeza mecánica