Saturday, August 13, 2016

Si despacio corta el trapo, ajusticia la vendetta, de nuestros legados.
Cuanto de páramo hay en el hastío, cuanto de rojo hay en el azul, quizás sea leve el celeste del cielo, amedrentado con olivas de desierto.
No hay tapas en ciertas cosas, solo bolsas que vuelan raspantemente, quisiera repetir quince veces lo mismo para no decir nada, ni asir una taza de café en el desvelo.

Me ato al auto de otro tipo, y espero choque contra los horizontes, que van dejando de ser líneas y se vuelven redondeados; no hay paz para el que pide cosas, sino que las reclama a gritos.
No quiero algo nuevo, sino lo de siempre fue cambiado y revestido, algunas telas son terciopelos, otras lijas de 20 grados Celsius. Me como, como solía hacer de niño, tapando la boca para no hablar, con la boca vacía de silencio.
Me voy por caminos intrincados buscando el desvío, llegando a la roma del desvanecimiento. La ciudad era como antes, solía ir a tiro en tiro, edificando volcanes vacíos, humeantes de cenizas torpes, vetando lo que nunca quiso. 
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